Cuando todo pesa y nada pasa. Epílogo de cambios (otra vez), pero hoy no hay finales que escribir, ni historias que contar. Quizá de cielos grises, sangre, libros y mantas se pueda subsistir por algún tiempo.
Pues eso, hoy, nada más.
"La persiana no del todo cerrada, como
un retenido espanto de caer hasta el suelo,
no nos aísla del aire. Mira, se abren
treinta y siete horizontes rectos, finos,
mas los olvida el corazón. Y sin nostalgia
va muriendo la luz, que era color de miel
y ahora es color de aroma de manzana.
Qué lento el mundo, qué lento el mundo..."
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