lunes, 25 de junio de 2012

Las cosas que no te interesaban.


"Recuerdo que una vez me hablaste de las cosas que no te interesaban." 


Y creo que aquella vez pensamos que estábamos salvados del mundo, escapados de todo y escondidos de todo. Y ahora, fíjate bien, es el mundo el que nos salva (y menos mal). Y es el que nos demuestra que no hay nada necesario...o igual nada imprescindible. Y es el que nos obliga a levantarnos. Y el que nos ordena disfrutar por leyes que nadie verbaliza, pero que todos respetan. Y también el que nos hace aprender con cada poso sobre las historias acabadas que si no te quieren no te quieren, y no puedes hacer nada por evitarlo. Y eso está muy bien, jodidamente bien. Porque te cambia y te hace crecer. Y vives cada día y te das cuenta otra vez de que por mucho que quieras que te encuentren nunca lo harán si no quieren buscarte. Y que estás donde estabas, pero un poco más fuerte, un poco menos tierna y algo más frágil. Y también algo más segura y más desconfiada...bueno, entonces quizá no es donde estabas. Pero el caso es que estás sobre las mismas calles, con las mismas poesías en los oídos y las mismas canciones. Y, quién te lo iba a decir, estás bien. Qué coño, no sólo estás bien, estás radiante. Y vas viendo cosas por el mundo que te están gustando tanto. Y agradeces, en el fondo, la cicatriz y la caricia.


Ruiz. B.

miércoles, 20 de junio de 2012

Como si el mundo.


Como si el mundo estuviera sólo en cada tirón y los dedos crispados sobre el papel. Como si sólo fuera un banco en medio de una plaza, enfrente de un puesto de flores callejero. Como si sólo fuera un paseo y la vuelta a casa, o como si fueran encuentros de repente y por sorpresa y de milagro y menos mal. Y como si sólo fuese un café más en el sitio de siempre, pero algo hubiese cambiado. Como si apenas nada fuera ya como antes y las nubes y los arco iris y todas las burbujas adornasen el suelo, caídos ya para siempre de su cielo perfecto, sin manchas.
O como si estuviese sobre sus rodillas, a oscuras, o contra una pared nunca construida, o detrás de una mole de ladrillo. Como si el mundo fuera de veras la noche cayendo sobre los hombros y sobre todo lo que fuimos y lo que aún queda de lo que fuimos y lo que somos.
Como una llamada desde una hamaca de casa a casa y de cama a cama. Como si el mundo estallase en mil caminos de noche a noche, de limón, y ojalá de mañana por la mañana.

Ruiz. B. 


lunes, 18 de junio de 2012

La puerta del verano.


Hay un pasillo largo y muchas puertas, demasiadas, las justas o insuficientes, nunca lo sabría. Y un vestido rojo colgado de un perchero antiguo. Y unos zapatos. Y un poco de miedo. 
Y algo de tiempo, parece todo un año, y es mentira.
Después queda sólo una puerta a la espalda, han cerrado el pasillo, lo han vetado con puertas que ocultan y sepultan olimpiadas y muertos. Dicen que se fueron cerrando las puertas una a una (la de los ojos primero, la de la risa, la del sexo y la de las manos). Se cerraron las puertas del paraíso y tras un largo trecho finalmente se cerraron las de la ciudad, y calle a calle, a golpe de hierba y de silencio se instauró la clausura. 
Y ahora ya no hay pasillo si no encuentras la llave. Ya no puedes volver. 
Y si te acercas ves un rincón en el suelo, con un montón de escombros, y con gafas redondas, y uñas rotas y algún vestido nuevo. Y hay muy poca luz y quizá deberías dejar que entre (la luz, el aire, el sol, y el amor y lo nuevo).
Entonces se abre enfrente la puerta del verano.

Ruiz. B.


sábado, 16 de junio de 2012

Esta vez.

Por hoy, por una vez, por vez primera no hay nada más que nada. Ganas de nada. Esta vez quizá no haya nada emocionante. Nada lleno de todo, o casi todo. Nada desprovisto de ternura. Nada inesperado. Nada impreciso. Nada nuevo, ni viejo. Nada que recordar al llegar una noche. Nada de lo que preocuparse al despertar. Nada más que una nada grande y vacía. Una nada de ojos llenos de nada, de agujeros quizá. Una nada de mirada de aire y hueco de manos. De manos volcando algo que no saben si tocan y retienen o si pretenden dejar escurrir entre los dedos, que escape, que se vaya. Al fin y al cabo, bueno, tampoco es nada nuevo. Nada de nada. Párpados como sombrillas de luz que ya no cubren lágrimas. Pupilas de fantasmas desnudos. Carne de nada.
Y, esta vez, nada más.

Ruiz. B.

viernes, 8 de junio de 2012

Fix you.

Yo iba perdido, náufrago por mares de deseo,
cegado por la bruma suave de tu pelo.
De tu pelo que ahogaba la voz en mi garganta
cuando perdía mi boca en sus olas de niebla.


Pablo García Baena




"Y es ya la salvación querer salvarnos."


Pedro Salinas


domingo, 3 de junio de 2012

Ansiedad.

La sangre, el veneno y la sal se mezclan en la misma herida de náusea y de silencio.
Corroe los cristales, agita las hojas quietas y quiebra la balanza de la calma.
Calma falsa, falsa carrera, falso el encuentro en el origen del mundo.
Arrancar con los dedos desollados la carne donde estuvo el tacto de tus manos.
Excavar hasta el fondo de un abismo y sumergir la cabeza hasta aspirar aire roto y agua sucia y venas huecas. Expulsar el recuerdo.
Vómitos de miel y de manzana sobre las letras, dentro de las cajas, hacia las torres más altas del mundo que no podrían caer ni con la ira de siete huracanes. Olvidar tus ataques, sentarse a contemplar el circo ajeno con los ojos sobre bandejas de plata y las cuencas sangrantes y afiladas fijas en un único punto.
Disfrutar del vacío, de la nada.