miércoles, 26 de octubre de 2011

Cambios. Parte XIII.

"Because this isn´t a story about love, this is a love story."


Otoño. Octubre. 
Y pensar que la vida iba en serio.
Reír de estas absurdas suposiciones, acostumbrarse a hacerlo, era algo que quizá le costaba más que cualquiera de las otras cosas que inundaban su mundo ahora.
"Acostumbrarse a hacerlo", lograr entenderlo, se empeñaba en sus ojos, se empeñaba. Se hundía, entraba, volvía a salir. 
Nunca lo conseguía, por supuesto, aquella maraña de cajas rotas, de hilos perdidos y de vagones de metro no estaba hecha para ser comprendida, nadie se lo había dado, nadie lo había pedido.
Y aun así allí estaba, con algún cristal roto y algunas horas muertas. Con calor y con piel.
Con frío, mucho frío, y una boca que hablaba que no podría olvidar. Los labios, se decía, los que quería besar eternamente, habían llegado pronto. Sí lo estoy y otras cosas clavadas en la aurícula izquierda, y en el mar, y en la sangre.
Rápido, lento, así. No había mucho más. Un mundo tras la puerta, tres mantas en la cama y folios a la espera.
Poco más, ya sabía. Un puente, un par de calles, o quizá alguna más. Un parque, algunos bancos, la ciudad.
Había otros parajes: alguna biblioteca, cielos de color púrpura, estaciones robadas. Un reloj verde y suave, mentor de las horas perdidas.
Ordenar. La cabeza, los días, las ideas. Las luces ordenadas de la noche.
Reclinar la cabeza en la funda de cartón e incertudumbre, en sábanas antiguas, sonrosadas, testigos silenciosos del amor.
Una historia que no era tal, que no había sido escrita, que páginas temblando de por qué.
Sentir miedo, pero aun así, bailar.


Ruiz. B.


martes, 25 de octubre de 2011

Al lado del mar.

Eres adorable y que nadie se atreva a decir lo contrario.
Y que nadie se atreva a hacerte daño.
Y que nadie se atreva a enfadarse contigo por celos absurdos.
Y que nadie se atreva a subestimarte.
Y que nadie se atreva a no quererte una vez que ha empezado a conocerte.
Y que tú no te atrevas a irte una vez que alguien ha comenzado a quererte fuerte.


Ara y sus musas.





Gracias, muchas.


Conseguiste hacerme sonreír, brisa.

lunes, 24 de octubre de 2011

Aquí. Ahora.

"Porque has vuelto los misterios del revés, y tus enigmas, lo que nunca entenderás, son esas cosas tan claras."
Pedro Salinas


Viernes de soledad, amor y desandar senderos ya trazados.
Y vivir, piel con piel, y que no importe nada.
Y salir, y Madrid, y calma, y sueño y sábanas.
Sábado de encontrar, reencontrar, recibir, responder, despertarse. 
Y hallar, y respirar, y mirar, y atreverse.
Y volver, y soñar, y bailar, y beber, y cantar.
Y dormir, y jergón, y cojín, manta y madre.
Y Domingo, por fin.
Y música, salón, pasillo, casa entera.
Y salir, y estridencia, y reír, y café, y algún himno.
Y autobús, y llegar, y saber que estás bien. Donde tienes que estar.
Y puzzles, y canción, y cojines, y suelo.
Y poco más, saberte, sin tener que decirlo, un poco más feliz.


Ruiz. B.

sábado, 22 de octubre de 2011

Mundo ingrávido.

"Besar hacia arriba". Y supongo que es cierto. Verás, es muy sencillo. Como algunas comidas. Sencillo, así, sin más. Así, hacia arriba, "librando algo de mi que aún estaba sujeto". 
Dijo Pedro, qué sabio. 
Hoy Pedro me acompaña, y el hueco de tu cuerpo.
"Vemos como se va volando, por tu impulso".
Y sí, también es cierto.
Saberte independientemente dentro.
Yo sé que a veces cuesta. Ya sabes, aún así, espero que lo entiendas. 


Ruiz. B.







domingo, 16 de octubre de 2011

Vórtex.

"¿Dónde pongo lo hallado? En la Tierra, en tu nombre, en la Biblia, en el día que al fin te he encontrado?"
Silvio Rodríguez


Que el tiempo pase demasiado deprisa.
Que se rompan la ausencia, la verdad y la calma.
Que nos llegue la vida. Que nos llegue.
Que llegue y nos invada como si de una sombra se tratase.
Que se haga el silencio.
Que se vaya la luz y nos deje las mantas.
Que se vayan las mantas y nos dejen las manos.
Que se vayan las manos y nos dejen los labios.
Que los labios se encuentren, muy despacio.
Que se midan, se esperen, se acerquen, se rebatan.
Que se choquen. Una vez. Dos y tres.
Que se abran.
Que se descubra el mundo, humedad reclinada, asideros de espuma.
Que el sabor se entremezcle, a peces, a aceituna, a luz, a novedad.
Que se quede entre medias un aire que amenaza con sonidos. Un aire compartido.
Que despacio tu cuerpo queda arriba.
Que me miras, te miro, que ya está ¿cómo pasa?
Que se vayan los labios, y que no quede nada.


Ruiz. B.


viernes, 7 de octubre de 2011

Hoy, porque es hoy.

"Quizás de un fallo repentino en la lógica del universo."
Marguerite Duras


Para ti, porque es hoy.
Porque te creas un muro.
Porque me creo un muro.
Y tú, después, los tiras.
Porque eres suave (y blanca).
Porque sonríes y curva.
Porque sonrío y pico.
Porque tienes ciudades
ocultas, magnetismo.
Porque hoy si sonreías
un labio te temblaba.
Te temblaba el latido
y te temblaba el alma.
Porque sí, porque un banco
nos hacía de almohada.
Porque ayer ya fue intenso,
porque lo ha sido hoy
y lo será mañana.
Porque ¿vienes? y voy
porque portal y calma.
Porque dedos y abrazos, 
porque calle y llamadas.
Para ti, porque es hoy.
Porque con eso basta.


Ruiz. B.





miércoles, 5 de octubre de 2011

Cambios. Parte XII. Explosión.

“Mira, hay una foto suya en la mesilla.” “Déjala, déjala ahí, no la cambies.”
Pepe y Abu

La partida.

Se dio cuenta de la gravedad  y se calló.
Se calló como se callan los muertos, o los dormidos.
Más tarde un tren del color de la ceniza la llevó donde se parte el silencio, y se inflama la calma y vuela el día tras los cristales de azul y tarde amarga.
Y allí por fin lloró, con llanto de ojos heredados de aceituna y manos hábiles, llanto de mañana.
Y pensó en uno y otro, decidir que son dos.
Cuando el pensó en ella, eligiéndola.
Cuando el viaje y todos los relojes.
Luego, en que dos que son dos se convierten en uno.
Y ella pensó en él, sin querer ya cuidarse.

Y lo guardó. Lo guardó con cariño, con tiento, con ternura.
Lo guardó con madera, con pequeños estantes no construidos nunca, con fórmulas secretas y aventuras selváticas.
Lo guardó como se guardan las historias, con las manos pequeñas.
Lo guardó como un barco, como se guarda un barco, de centro de salón, del centro de la Tierra.
Se quedó, en el camino, con unas cuantas frases, con algún que otro libro, con orgullo, con agua.

Y cuando todo estaba recogido, de caja de herramientas, de corazón palpado, de suturas antiguas y futuro quebrado, cuando todo esto estaba listo ya, lo guardó.
Como algunos domingos, en el fondo del alma.

Ruiz. B.



martes, 4 de octubre de 2011

Cambios. Parte XI.

Anatomía.

Salir al mundo, a la calle.
Salir con bata y con ojeras, con ojos, con gritos, con nudos en los dedos y en el pecho.
Llegar. Llegar a tiempo.
Subir, subir deprisa, subir corriendo, subir, para llegar subir, a respirar, subir.
Y prestar atención, bolígrafos y folios.
Y prestarte la piel, y la voz, y los ojos.
Y olvidar el papel.
Y dejarte el amor.

Ruiz. B.

“Bueno, pues nada, si tienes frío y tiempo, me llamas.”
 Ismael Serrano