lunes, 30 de enero de 2012

Mano entregada.

Y que una zona triste de tu ser se rehúsa,
mientras tu carne entera llega un instante lúcido
en que total flamea, por virtud de ese lento contacto
                                                                     de tu mano,
de tu porosa mano suavísima que gime,
tu delicada mano silente, por donde entro
despacio, despacísimo, secretamente en tu vida,
hasta tus venas hondas totales donde bogo,
donde te pueblo y canto completo entre tu carne.

Vicente Aleixandre


domingo, 29 de enero de 2012

Nice things.

Wouldn't it be nice if we were older?
Then we wouldn't have to wait so long
And wouldn't it be nice to live together
In the kind of world where we belong?

You know its gonna make it that much better
When we can say goodnight and stay together


Wouldn't it be nice if we could wake up
In the morning when the day is new?
And after having spent the day together
Hold each other close the whole night through


Happy times together we've been spending
I wish that every kiss was neverending
Wouldn't it be nice?


sábado, 28 de enero de 2012

Flor Groga.


He dado un salto, un salto extraño
que nos ha elevado más de tres palmos.
Salía humo, tan denso y blanco, 
y dentro tú y yo y mi gran salto.
Teníamos miedo mirando abajo, 
teníamos miedo y nos hemos quedado
medio abrazados, sintiendo el salto
goteándome entre las manos.
Los testimonios oculares
dicen “qué salto, caray qué salto”;
las madres dicen a los niños
“¡no os acerquéis, que ha dado un salto!”.
Éramos tú y yo con el mundo aparte
y ahora es el mundo el que nos salvará
entre las ruinas de este salto,
que éramos tú y yo y ya no lo somos tanto.
¡Que esto cae niños, que esto cae!
Grito tu nombre entre el humo blanco.
“Agárrate fuerte y, si puedes, cae
con los dos pies y en un sitio plano”. 




Ella sabe.

"-Ya tengo asumido que me dejarás tú - dijo él, mientras le sonreía.
- Claro, claro. Seguro que seré yo. ¿Te dejaré por otro, entonces? - replicó ella, devolviéndole la sonrisa.
- No. No, no, por otro no. Me dejarás por estar sola."


Salinas o cómo expresar un sentimiento muy complejo de la manera más sencilla, precisa y bonita. Aquí lo dejo.




¡Cuánto sabe la flor! Sabe ser blanca
cuando es jazmín, morada cuando es lirio.
Sabe abrir el capullo
sin reservar dulzuras para ella,
a la mirada o a la abeja.
Permite sonriendo
que con su alma se haga miel.


¡Cuánto sabe la flor! Sabe dejarse
coger por ti, para que tú la lleves,
ascendida, en tu pecho alguna noche.
Sabe fingir, cuando al siguiente día
la separas de ti, que no es la pena
por tu abandono lo que la marchita.

¡Cuánto sabe la flor! Sabe el silencio;
y teniendo unos labios tan hermosos
sabe callar el "¡ay!" y el "no", e ignora
la negativa y el sollozo.

¡Cuánto sabe la flor! Sabe entregarse,
dar, dar todo lo suyo al que la quiere,
sin pedir más que eso: que la quiera.
Sabe, sencillamente sabe, amor.



Pedro Salinas


viernes, 20 de enero de 2012

Sublimación.

Ojalá un susurro, ser un susurro. 
De tu boca a mi oído. 
Fríamente, oscuramente, intensamente, brevemente, delicadamente.
Un susurro muy leve, de entredientes, de ventana abierta y fluorescente.
Susurros de polilla y puerta abierta. A oscuras, en el fondo.
Que el mundo se reduzca sólo a eso: susurro, susurrado, susurrando.
Que no haya nada más en este invierno 
que un susurro colgando de tus labios.


Ruiz. B.

martes, 17 de enero de 2012

Porque esta es la hora y el mejor momento.

No te rindas, aún estás a tiempo 
De alcanzar y comenzar de nuevo, 
Aceptar tus sombras, 
Enterrar tus miedos, 
Liberar el lastre, 
Retomar el vuelo. 
No te rindas que la vida es eso, 
Continuar el viaje, 
Perseguir tus sueños, 
Destrabar el tiempo, 
Correr los escombros, 
Y destapar el cielo. 
No te rindas, por favor no cedas, 
Aunque el frío queme, 
Aunque el miedo muerda, 
Aunque el sol se esconda, 
Y se calle el viento, 
Aún hay fuego en tu alma 
Aún hay vida en tus sueños. 
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo 
Porque lo has querido y porque te quiero 
Porque existe el vino y el amor, es cierto. 
Porque no hay heridas que no cure el tiempo. 
Abrir las puertas, 
Quitar los cerrojos, 
Abandonar las murallas que te protegieron, 
Vivir la vida y aceptar el reto, 
Recuperar la risa, 
Ensayar un canto, 
Bajar la guardia y extender las manos 
Desplegar las alas 
E intentar de nuevo, 
Celebrar la vida y retomar los cielos. 
No te rindas, por favor no cedas, 
Aunque el frío queme, 
Aunque el miedo muerda, 
Aunque el sol se ponga y se calle el viento, 
Aún hay fuego en tu alma, 
Aún hay vida en tus sueños 
Porque cada día es un comienzo nuevo, 
Porque esta es la hora y el mejor momento. 
Porque no estás solo, porque yo te quiero. 


Mario Benedetti

sábado, 14 de enero de 2012

B. S. O.

There´s got to be someone we can trust out here among us.







She looks at the rain as it pours. And she fights for her life, and she goes in a store with a thought she has caught by a thread. She pays for the bread and she goes...nobody knows.








Well, that night I died
laying in your bed...you say it ain´t so.





jueves, 12 de enero de 2012

Y si quieres más, pues...

¿A qué saben los golpes? ¿Y el metal?
Encajar una bala.
Ralentizar el paso, acomodarse.
Ahuecar, esperar. Un minuto tal vez, un par de días.
Aprender, hacer tiempo, dejar que fluya el aire.
Derribar algún muro, o una cerca, de madera, sin clavos, sin barniz y anclaje.
Acercarse, querer.
Mundo, frontera.
Subir, bajar, saber que sabe a poco.






"Si salgo corriendo, tú me agarras por el cuello."

miércoles, 11 de enero de 2012

Nadie dijo que fuera fácil.

Aunque al menos puedo reducir 
tu vanidad y la mía 
a decir con timidez 
que existe una vaga similitud, 
en todo caso diremos con orgullo: 
se parece al amor. 
Al amor que nunca sabemos, dónde ni cómo, 

al amor que no podemos dominar ni liberar, 

al amor que a veces nos hace llorar, 
al amor que casi nunca cumplimos. 

viernes, 6 de enero de 2012

Abuso. Huida.

Buscamos. Todos buscamos. Reclamamos a gritos lo que no somos capaces de encontrar, lo que nos incomoda, lo que una vez perdimos.
No damos tregua. Gritamos a veces, tiramos, tensamos la cuerda para ver hasta donde aguanta, para ver hasta cuándo dura, para ver, simplemente, si una vez más tenemos razón en lo que nos empeñamos en recordar y en arrastrar hasta un presente que nada tiene que ver con lo que pasó entonces.
El ciclo que siempre se repite, siempre. La incertidumbre que no puede agarrarse a nada que prometa ser firme y seguro.
La fe en esa promesa solo dura un tiempo, algunos días, semanas quizá, puede que algunos meses en los casos extremos. Y digo casos como si fueran varios, y para qué mentir si, puestos a decir la verdad, sólo ha ocurrido una vez.
Después llega la náusea, la duda, la violencia, el abuso, la huida. Ya viene, lo conozco. Y no conozco nada, en realidad, tal vez por eso venga, a partirme los labios de certeza y a romper esos puentes donde nos encontramos.
En pie entonces. Los ojos se preparan para rehuir cualquier intromisión. Los músculos se tensan, la piel se enfría, el corazón se esconde entre un par de costillas, presiona, se escabulle, evita el vuelo.
Las palabras se afilan y la cintura deja el hueco en el costado, el hueco que pretende que se quede vacío. Toma la forma ya del abandono.
Y es la mirada entonces la que se deja ir, se marcha arriba, allí donde nunca podrá quedarse con los ojos huyendo. Asciende sin parar, toma forma de párpado y de sonrisa a medias, pero se va, se ha ido. Los que lo saben ver son un incordio, porque preguntan, llaman, y pretenden que vuelva.
La mirada se va, pero se quedan ecos desde las manos, desde la voz que grita o que suspira. Hay indicios, hay signos, de verdad que los hay, no todo es calma aparente y falsa paz y tecleos agónicos. Hay pinchazos, vaivenes, lanzas al rojo y calles transitadas. También hay gritos o amagos de carrera o dientes afilados.
Y tras la descripción del mecanismo, instrucciones de uso: ¿qué hacer cuando se activa, y te notas el hueco del costado, y se encoje la sangre y se vierte adrenalina a chorros en las venas?
Hay algunas opciones que nada tienen que ver unas con otras: puedes dejarte ir, y volver a marcharte y dejar todo atrás más tarde o más temprano. Esta es la costumbre, la más recurrente, la más utilizada hasta la fecha, la más fácil y menos dolorosa, la peor.
O puedes sacar unas esposas, anclarte los tobillos al asfalto y sentarte a esperar. Esperar una isla, un libro o una tarde de dos. Esperar otro cuerpo que incorpore a la curva en la cintura una mano apoyada, un brazo rodeando una plaza que se queda.
En una barandilla, en un banco, en la curva de un labio o de un camino, quedarse y comprobar - aunque cueste equilibrios y banderas y paces - la cintura completa, sin abandono alado ni corazón pequeño.


Ruiz. B.