jueves, 29 de marzo de 2012

París.

"Todo el mundo es muy sucio y hermoso en París, Rocamadour, las camas huelen a noche y a sueño pesado, debajo hay pelusas y libros..."


"Horacio me trata de sentimental, me trata de materialista, me trata de todo porque no te traigo o porque quiero traerte, porque renuncio, porque quiero ir a verte, porque de golpe comprendo que no puedo ir, porque soy capaz de caminar una hora bajo el agua si en algún barrio que no conozco pasan Potemkin y hay que verlo aunque se caiga el mundo, Rocamadour, porque el mundo ya no importa si uno no tiene fuerzas para seguir eligiendo algo verdadero, si uno se ordena como un cajón de la cómoda y te pone a ti de un lado, el domingo del otro, el amor de la madre, el juguete nuevo, la gare de Montparnasse, el tren, la visita que hay que hacer. No me da la gana de ir, Rocamadour, y tú sabes que está bien y no estás triste. Horacio tiene razón, no me importa nada de ti a veces, y creo que eso me lo agradecerás un día cuando comprendas, cuando veas que valía la pena que yo fuera como soy. Pero lloro lo mismo, Rocamadour, me equivoco, porque a lo mejor soy mala o estoy enferma o un poco idiota, no mucho, un poco pero eso es terrible, la sola idea me da cólicos, tengo completamente metidos para adentro los dedos de los pies, voy a reventar los zapatos si no me los saco, y te quiero tanto, Rocamadour, bebé Rocamadour, dientecito de ajo, te quiero tanto, nariz de azúcar, arbolito, caballito de juguete ..."



sábado, 24 de marzo de 2012

¿Grietas en el corazón?

"¡Ah, déjame recordarte como eras entonces, cuando aún no existías!"
Pablo Neruda


A veces, y solo a veces, echo de menos tu vida cuando no te conocía. Y muy de vez en cuando excavo en tu pasado y en el mío. Y poco a poco pienso en hacer un agujero muy pequeño en tus paredes, para verte cuando no estás conmigo.


Ruiz. B.

lunes, 19 de marzo de 2012

Cambios. Epílogo.

Todo cambia. Se convulsiona, se estira, se encoje, se enciende y se apaga. Se distrae y se pierde.
Cambios externos que nos hacen cambiar por dentro. O cambios internos que cambian para siempre el mundo que nos rodea. En cualquier caso, cambios, siempre cambios. Y a veces no son de día en día, de semana en semana. A veces son más lentos, llegan sin saber cómo, pero ya están aquí. Y no te has dado cuenta de que se han llevado algunas cosas - que no van a volver - y han traído otras nuevas. Y todo cambiará otra vez, y probablemente tampoco te des cuenta, y lo echarás de menos, como siempre. Pero bueno, basta ya de tantos dramas, que este hotel ya demasiado poco transitado se marchita. Dejemos que entre el aire, abramos las ventanas y los ojos y soltemos palomas. 
Voy a cruzar el puente una vez más, alegre, como lo hacía al principio, sin esperar aún nada.
Y yo también me quedo con tu pausa. 


Ruiz. B.


"A ti que has detenido con un beso el reloj."
J. Sabina





jueves, 8 de marzo de 2012

¿Y tú, de dónde vienes?

¿Vendrás de allí, de aquí, de un poco más allá? ¿Vendrás desde muy lejos? ¿Vendrás para quedarte? ¿O será que has venido a pasar algún tiempo y que dentro de poco te irás a otro lugar? ¿Vendrás o estás aquí? Yo lo dudo a menudo, a mi siempre me pasan estas cosas. "Perdón por el retraso." "Discúlpame, hoy no puedo." "¿Cuando quieres venir?" son frases que te gustan. 
Y mañana ¿vendrás? Y siempre la pregunta viaja muda, vacante, puntual y desolada.
Ir y venir, del fondo al punto álgido de un día, del cielo al suelo - suelo de tierra y fuego.
Entrar en tus lugares y de pronto estar fuera. O quizá llevar fuera mucho tiempo - y no nos damos cuenta. Quizá no, o quizá sí. Tinta invisible, en apenas cien días, tres páginas y media y una caja.  
En cualquier caso, yo siempre me arrepiento. Venir, llegar, entrar, estar ya dentro, encerrado y feliz, triste y ahogado, y ascender otra vez, tierra de nuevo. Y, cada día un momento, me arrepiento (de haber entrado). 
Y a cada rato entonces me arrepiento de haberme arrepentido. 


Ruiz. B.