viernes, 30 de septiembre de 2011

Cambios. Intermedio 5º.

"Una montaña rusa entre fuegos de artificio, que ya no puedo oír."
M-Clan


Los días de nadie los utilizamos para el estudio.
Los del estudio para la risa.
Los de la risa para el amor.
Los del amor siempre son suyos, para las manos y los espejos.
Para la música, para la luz.
Se había dejado sorprender, sin esperárselo y sin proponérselo.
Y se lo habían regalado, así, sin más, como los libros dedicados,
como las chocolatinas de anís belga, como el calor, como las flores de papel.
Esta vez Ara había dibujado - sí, dibujado - una mañana en su mundo hueco.
Ella hablaba de espejos, de cuidado, de viernes.
Como llorar.
O sonreir, tal vez.


Ruiz. B.



Cambios. Parte X.

"Me gustas cuando callas."
Pablo Neruda

Las promesas finalmente cumplidas en la espalda.
Y que cambien los días y las manos.
Y el cielo y los vestidos.
Y la historia.
Dedos acariciados, uñas rotas.
Y la vida y el metro.
El destino y el juego.
Y las horas.
Corazón saturado, de luz, de novedad, de estrella fría.
Ni saber, ni querer. No mirar.
Ni sentir.
Y el amor.
Y lo nuevo.

Ruiz. B.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Cambios. Intermedio 4º.

Las tardes del recién estrenado otoño prometían ser mucho más de lo que podían contener.
Enredando un poco, charlando sobre los bancos, sobre la hierba, sobre lo que fue(ra). Y los cristales bajo las manos, en la cintura. Y la luz en los ojos - demasiado, dijeron - que las abandonó para irse del mundo.
Las historias de Irina en los tobillos. 
Y otra vez Lambda. Saber, subir, sabor a novedad, a distancia, a juicio. Porque se sabían. Se sabían como se saben los amigos. O como el último apunte de Organografía. Como se sabe el agua.
Y podían intentarlo, podían fallar, volver. Y volverían.
Como siempre.


Ruiz.B.



viernes, 23 de septiembre de 2011

Cambios. Parte IX.



"Y aunque cierre los ojos y me cubra el corazón enteramente, veo caer agua sorda, a goterones sordos. Es como un huracán de gelatina, como una catarata de espermas y medusas.."
Pablo Neruda




Sabor extraño en la mirada. Vacíos los labios. Florecientes las redes - como ya dijo, amar, amar. Amables.
No sabía por qué lo había hecho. Dudaba de sus intenciones previas y de las de después. No había sido lo correcto. Ni lo bueno. Ni lo sano. Ni lo justo. Ni siquiera lo momentáneo. Y ella lo sabía. Lo sabía antes de que hubiera ocurrido, lo sabía desde hacía mucho tiempo. Lo sabía desde siempre, y sabía que siempre sería así. No habría treguas de luz, ni de sábanas frías.
No con él.
Deneb y la ventana. Y las sillas. Y la habitación vacía. Y la pared. 
Nada después. Y nada más.


Ruiz. B.





sábado, 17 de septiembre de 2011

Cambios. Intermedio 3º.

"Ahora tengo diecinueve y no quiero cumplir los veinte. Me ha gustado esta década, ¿por qué cambiarla?"

Irina Pixyt


Cada idea que le venía a la mente la configuraba como un "torbellino vertiginoso de reacciones". Y no lo había pensado primero, obviamente. Jardiel Poncela ya reflexionó sonre eso mucho antes - la vida, la alegría, el café, el amor-.
Pero tampoco creyó que fuera necesaria demasiada preparación, simplemente sentía un poco de miedo y de vergüenza.

Notaba a lo largo de los días que de vez en cuando pasaban, pasaban y se quedaban decididamente sobre los platos, y sobre las cucharas y las copas. Y los echaba de menos - los días - los de sol y los de largas tardes derrotadas.
A veces reflexionaba sobre los gustos de la gente, las preferencias, y quizá alguna cinta tocara su lado más expectante, el más tierno, el más curioso.
No se podía explicar - ¡no podía! - el por qué de tan extravagante situación. No era tensa ni era violenta. Era, más bien, sencilla. Era, así, sin más.
Hubo entre tanto alguna noche sin guías, sin luna y sin bastones. El vestido y los zapatos rojos de aquella primera tarde de cambios - los zapatos - la vistieron de viaje. 
Irina lo sabía, fue inquietante la forma que tuvieron de mirarse y de acercarse, de tela de araña, de cabello rizado, de red amable.
Y al final llegó a casa de madrugada. 
Y llegó sola, con alguna duda y alguna cerveza. 
Y con algo de luna y alguna certeza también. 

Ruiz.B.










miércoles, 14 de septiembre de 2011

Cambios. Parte VIII.

"Que la ciudad exista tranquilamente, lejos..."
Pablo Neruda


Mundo y mañana. Pan y tomate. Mochila, chanclas, metro.
Hierba (seca, sí). Agua y palabras. (A cien metros, cerrado).
"Bueno, ¿y entonces?". Café.
(Café, café). Y chocolate.
Queso, vino (y se quedó).

En fin, y esa ciudad que existe, que hace y que deshace, que se va, que no llega (se ha perdido).
Y una tarde que se abre a la mañana y se promete. Y se cierra y se marcha. Y se reencuentra.
Y edificios que doblan algunas páginas de algunos libros, y así marcan (marco, marqué, mercado) citas que no han besado, todavía.
Y humo, manzana y sueño (mucho, mucho).
Y luz, y copas.
Y más luz.
Y dos copas.
Luz en los objetivos y detrás de los ojos.
Y a través de las copas.

Ruiz. B.



domingo, 11 de septiembre de 2011

Cambios. Intermedio 2º.

"Que sonrojas tu nariz casi queriendo..."


Hasta ese momento no había hablado de Pabs. Y no lo había hecho porque nunca había creído necesario hacerlo. Sus pequeños cambios estaban integrados en la dinámica de una vida que compartían desde hacía ya mucho tiempo. Claro que no era perfecta, se decía, pero era única. Era pequeña, y se ponía nerviosa.
Y es que cuando ya está todo dicho pasa que no hay nada más que añadir.


Ruiz. B.



sábado, 10 de septiembre de 2011

Cambios. Parte VII.

Olvidada pureza, cómo quisiera rescatar
ese dolor de Buenos Aires, esa espera sin pausas ni
esperanza.
Solo en mi casa abierta sobre el puerto
otra vez empezar a quererte,
otra vez encontrarte en el café de la mañana
sin que tanta cosa irrenunciable
hubiera sucedido.

Julio Cortázar


El reencuentro.


Ella ya-sabía-que-esto-iba-a-pasar, además era algo que cualquiera-podría-haberse-imaginado, y seguramente no-le-extrañase-a-nadie.
Y sin embargo fue mucho mejor.
Parecía que las calles avanzaban a un ritmo frenético que dejaba muy por detrás la vida a sus espaldas. Eran sólo dos pares de miradas que mecían la fuerza de batallas centenarias. Un lustro, casi dos, habían sido necesarios para volver a aquel mundo clausurado. Todo había cambiado, las cosas que nunca volverían a ser como antes, o que simplemente nunca volverían a ser, les acompañaron en aquel paseo robado, a través de calles de tránsito y vacío.
Hablaron de los vuelos, de los besos, de los profesores de aquella vida deslunada, de aquel intervalo odiado y eterno, de la ausencia, de los sueños.
Abel, como clásica prolongación de su risa, ejercía victorioso, serio y grave la tarea de lo lento.
Ninguno sabía de la luna. Ni del agua en las fuentes. Ni del metro.
Llegó como las flores, de repente. Y vaciaron la historia muy despacio, apenas pellizcándola con las yemas de los dedos, para no hacerle daño. Para no hacerse daño. Guiando su aventura de áspero septiembre, la imprudencia del mundo.
Y así como volvió -  la ternura en los ojos, y aquellos labios de servilleta rota - ya se había ido.


Ruiz. B.


miércoles, 7 de septiembre de 2011

Cambios. Intermedio 1º.

"No me des tregua, no me perdones nunca.
Hostígame en la sangre, que cada cosa cruel sea tú que vuelves.
¡No me dejes dormir, no me des paz!
Entonces ganaré mi reino,
naceré lentamente.
No me pierdas como una música fácil, no seas caricia ni guante;
tállame como un sílex, desespérame.
Guarda tu amor humano, tu sonrisa, tu pelo. Dálos.
Ven a mí con tu cólera seca de fósforo y escamas.
Grita. Vomítame arena en la boca, rómpeme las fauces.
No me importa ignorarte en pleno día,
saber que juegas cara al sol y al hombre.
Compártelo."

Julio Cortázar




Agua. Arrogancia. Austeridad. 
Baba. Belleza. Barbaridad.
Copa. Ceniza. Casualidad.
Dedo. Degüello. Deformidad.
Ente. Eucalipto. Eternidad.
Foca. Felpudo. Fatalidad.
Gesto. Guantera. Genialidad.
Hielo. Hedonista. Hilaridad.
Imán. In albis.
Jíbaro. Jaique.
Kéfir. Krausismo.
Lana. Lolita. Liricidad.
Medio. Medida. Mediocridad.
Nidrio. Nevoso. Necesidad.
Oso. Ocarina. Opacidad.
Pico. Patata. Polaridad.
Quintal. Quimera. Quisquillosidad.
Rastro. Ribera. Realidad.
Saco. Sonrisa. Sagacidad.
Tipo. Tapujo. Temeridad.
Uva. Universo. Untuosidad.
Viernes. Verdugo. Versatilidad.
Whisky. Weberio.
Xi. Xerofítico.
Yesca. Yusente.
Zunzún. Zoquete.
Zénit. Zigzag.


Ruiz. B.

























Cambios. Parte VI.

Polilla o mariposa.

Salir cuando lo hace el sol, regresar mucho tiempo después del escondite.
Pasó el tiempo de riberas y de verde reposo. Y el helado y su dulce (de leche).
Vaselina que descubre mundos-no-tan-lejanos. Y ruido. Y caramelos.
Dilatar la ley, la luz y las orejas. Dilatar el tiempo. Beberse el mundo entero y la cerveza, recabar el rincón y el regaliz, descubrir la pereza de Madrid. ¿Coca-cola? ¿Infusiones? Batidos de vainilla ligeros en azúcar, y galletas mojadas, y postales violadas, y esquinitas dobladas.
Tribuna y tribunal y escenarios pequeños y oscuros y escondidos.
Prostitutas y lunas y peluches eunucos.
Y saltos, y vagón, y atenciones inquietas, y flores al llegar, y buenas noches.
Ambigüedad de Ambo en los bolsillos.

Ruiz.B.















"Yo sólo busco que me tiemblen las piernas, que seas de esas que nadie recomienda..."

lunes, 5 de septiembre de 2011

Cambios. Parte V.

"...en la penumbra dorada de la lámpara cuelgo mi piel
y sé que estaré solo en la ciudad
más poblada del mundo."

Julio Cortázar


En la oscuridad las cosas eran lo que parecían ser, mas cuando llegaba la luz ya no era así. 
Era aquel día, en aquella premeditada negrura, con aquel humo de falso tabaco en la noche inmediata. Ni siquiera mintió el contacto del metal duro. Del metal encendido.
Su cuerpo flexible, largo, blanco. Su fuerza. Sus manos. Sus zapatos. Sus preguntas.
Ambo había llegado para el comienzo, sobre el suelo de tierra, y se había quedado para el café. Y para la mañana, y para los otros días. 
Él decidía rápido, pensaba poco, disfrutaba largamente, se movía por instinto.
Cuando ella al otro lado del espejo contempló su cuello, lo halló como siempre (o como casi siempre). Límpido y pálido. Intacto.
"Ya...él no era un hombre - recordó de pronto - él era él".


Ruiz. B.





sábado, 3 de septiembre de 2011

Cambios. (Prólogo).

Y escribió un cinco de mayo:


"Creo que ya entenderás más o menos el concepto de "querer deprisa". Es que no sé explicarlo de otra manera, lo siento. Es sólo que empiezo a necesitarte, y no quiero necesitarte, porque no puedo tenerte.
En fin, tampoco dramaticemos, es simplemente la vuelta a mi llanto-lluvia-de-verano, la vuelta a mi "historia sobre el amor". Y también se puede disfrutar así ¿sabes?...aun sabiendo que tras tu voz y que en tus ojos no hay nada...aun sabiendo que soy sólo unos doscientos días en tu vida (que no son más que otros doscientos días cualesquiera)...aun sabiendo que, "aunque ni siquiera existas", eres para mí único en el mundo."


G.w.C.