Como si el mundo estuviera sólo en cada tirón y los dedos crispados sobre el papel. Como si sólo fuera un banco en medio de una plaza, enfrente de un puesto de flores callejero. Como si sólo fuera un paseo y la vuelta a casa, o como si fueran encuentros de repente y por sorpresa y de milagro y menos mal. Y como si sólo fuese un café más en el sitio de siempre, pero algo hubiese cambiado. Como si apenas nada fuera ya como antes y las nubes y los arco iris y todas las burbujas adornasen el suelo, caídos ya para siempre de su cielo perfecto, sin manchas.
O como si estuviese sobre sus rodillas, a oscuras, o contra una pared nunca construida, o detrás de una mole de ladrillo. Como si el mundo fuera de veras la noche cayendo sobre los hombros y sobre todo lo que fuimos y lo que aún queda de lo que fuimos y lo que somos.
Como una llamada desde una hamaca de casa a casa y de cama a cama. Como si el mundo estallase en mil caminos de noche a noche, de limón, y ojalá de mañana por la mañana.
Ruiz. B.
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