sábado, 3 de diciembre de 2011

Del tiempo perdido y del regalado.

"En medio, sellando el rostro nítido que la tarde amarilla caldea sin celo,
está la boca fina, rasgada, pura en las luces.
Oh temerosa llave del recinto del fuego.
Rozo tu delicada piel con estos dedos que temen y saben,
mientras pongo mi boca sobre tu cabellera apagada."

Vicente Aleixandre


Hay algunos besos que se pierden, hay que saberlo. Saber que se pierden - o se pueden perder - si no se entregan. Porque un beso perdido se marcha como un rastro, como un río o un día que no deja recuerdo. 
Se va, ellos sí que no esperan. Si se pierden, se pierden para siempre. No habrá retorno, ni labios de arena que quieran rescatarlo, ni anillos para el tiempo, ni horas muertas.
El tiempo regalado que me das, que te doy - porque tú lo quisiste - se parece a ese tiempo de los besos perdidos. Aunque - ya lo sabemos, y lo sabemos bien - hay calles más propicias que otras para perder un beso.
Ellos llegan, llegan sin previo aviso y sin reposo previo. Llegan sin más, cuando tu boca acerca a mi piel, por mi piel, la calidez del abrigo de lana, del sofá, de los dientes, del lugar incorrecto. De repente tu boca, tus labios sin aurora, sin agua, sin tiempo si es preciso, sin premeditación ni alevosía, acercan a mi boca el despertar de un beso. Tus labios se ofrecen sin pensar en curvas luminosas, cargadas de destellos, de voces que proclaman ese silencio que va a llegar, inminente, desnudo.
Te acercas de repente. Peligro, mundo, ruido, pasos, hojas, cristales, plantas, pelo, ojos, estrella, alguien detrás, delante, vacío, libros, llamadas, puentes, flancos, portal, acera, gritos, alegría, carrera, faros, rueda, palabra, carretera, luna, hueco, nariz, dedos, asfalto.
Ya se marchó. Ese, aquel, tuyo, mío, que nunca llegó a ser. Vuelo de verde, vuelo de planta, de gente con las cuencas de los ojos vacías. Se perdió aquel. 
Y nosotros debemos aprender que perderemos muchos. De este modo o de otro, qué más da. Se perderán y vivirán lejanos, sin bocas inflamadas.
Pero amor, aunque ahora ya es tarde, es preciso el olor de otro tipo de besos. Los que no son de aire, ni de hueco, ni de horas perdidas, no.
Los que se quedan cerca - carne, labio, caricia, oscuros, cierto, horizontal, pared, vacío, ventana. 
Los de mar y saliva.
Esos que sí nos damos.


Ruiz. B.







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