F. G. Lorca
Tenías que llegar para creerte. O para no creerte, y quedarte a las puertas.
Tenías que llegar por la corriente.
Tenías que pasar, mi piel inerte, por las sombras del cielo y del fracaso.
Tenías que llegar, para quedarte.
Tenía que vivir sin encontrarte.
Tenía que olvidar para tocarte.
Tenía que volar, sin esconderme,
sin luna, con tu luz, y sin taparme,
para sentir tu aliento, manta y frío.
Yo no supe, no sé, nunca he sabido
esperar de la noche más que el sueño.
Pero tu cuerpo, amor, pero tu cuerpo
de mar y de calor y de deshora.
Pero tu piel, tus manos y tu aurora.
Pero tu sed, tu paz y mi agonía.
Pero tu calma, inquieta, que me ahoga.
Pero tu alba, mi cuello entre tus dientes.
Pero tus labios, luz, sudor y abrazo a tientas.
Verás - tú ya lo sabes - no es lo mismo dormir, amor,
sobre almohadas serenas y seguras, que dormir a tu lado.
"Que unidos, enlazados...el tiempo nos encuentre destrozados."
F. G. Lorca
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