Un secreto como modo de vida. Como modo de vida insana y apagada y explosiva. Un secreto que emocionaba con tan sólo rozarlo, un pequeño secreto azul y a voces. Un secreto que encendía las brasas de todos los fuegos de la tierra, que llenaba de orgullo, de equilibrio, de luz y de misterio el final del verano. Como si todo el mundo se asomara a una ventana que teníamos a la espalda.
Y ahora que se han quemado los cartuchos y que queda una marca de ceniza, no quiero más secretos que el olor a salchichas y a jabón a las tres de la tarde en la cocina.
Los secretos, los mismos que le dan emoción a la vida, se la quitan...
ResponderEliminarEn el fondo, échote de menos mi pequeña inquisidora.
Presagio que un paseo por Madrid se acerca. Uno de los de verdad :)
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